Nuestro organismo dispone de un sistema inmunitario muy complejo, una barrera defensiva muy potente que nos protege de enfermedades y agresiones externas. Este sistema inmune se ve altamente reforzado si tenemos en cuenta factores como: La alimentación, el ejercicio físico, un buen descanso, una actitud mental saludable y positiva y un buen entorno, entre otros.
Si tomas consciencia sobre tu salud, y das la importancia que se merece a tu sistema inmune, tu calidad de vida mejorará notablemente, y lo notarás en el día a día tanto en tu cuerpo, como en tu energía e incluso en tu estado de ánimo. Te explico más en profundidad como influyen todos estos factores:
Alimentación consciente y sana.
Si optas por una alimentación adecuada, favorecerás el buen estado de tu microbiota intestinal y esto mejora considerablemente el sistema inmune. Además, con una buena alimentación, mejorarás la absorción de nutrientes como vitaminas, minerales, algunos ácidos grasos…que son altamente beneficiosos. Opta por una alimentación donde predominen alimentos naturales frente a los procesados.
Elige alimentos naturales probióticos que son los alimentos ricos en bacterias que constituyen la flora intestinal, tales como los fermentos lácteos (yogures, requesón, kéfir, etc…), los encurtidos (pepinillos, aceitunas, etc…) y las verduras y algas fermentadas (chucrut, alga umeboshi, etc..).
Elige alimentos prebióticos, que son aquellos de los que se alimentan los probióticos, repoblando así la flora bacteriana. Estos son principalmente, verduras y algunas frutas.
Además, las frutas y hortalizas son unos magníficos antioxidantes y anti radicales libres, que contribuyen a reforzar nuestras defensas.
Reduce en la mayor medida posible los azúcares simples que bloquean la absorción de nutrientes beneficiosos para el sistema inmune.
Elige hidratos de carbono complejos, son de absorción lenta y tienen mayor aporte de fibra por lo que mejorarán tu intestino y a la vez tu microbiota (vegetales, hortalizas, frutas, cereales integrales, etc.)
Las grasas saludables son claves en el sistema inmunitario, elige alimentos ricos en ácidos grasos omega 3, 6 y 9 para mejorar tanto la funcionalidad, como la capacidad de respuesta de tus defensas.
Opta por alimentos concretos que mejoren las defensas contra posibles infecciones como el ajo, la cebolla, el yogur, el kéfir, los cítricos, algunos tipos de setas como el reishi y el shiitake, las crucíferas (sobre todo fermentadas), las alcachofas (depurativas y digestivas), las algas (muy ricas en minerales), alimentos ricos en zinc como los moluscos bivalvos (mejillones, berberechos, etc..), los frutos rojos en especial, los arándanos, antioxidantes como la remolacha, la uva, la zanahoria, etc…
Puedes tomar infusiones u otras preparaciones de algunas plantas que también beneficiarán tus defensas como el té verde, la equinácea, el ginseng, el propóleo, el cardo mariano, la uña de gato, etc..
Ejercicio físico.
Cuando practicas ejercicio, tu cuerpo se oxigena mucho más, esto favorece la eliminación de toxinas y una buena desintoxicación del cuerpo va a reforzar tus defensas notablemente. Además, va a contribuir la activación de leucocitos, lo cual aumenta la producción de anticuerpos ante cualquier organismo agresor.
Practica un ejercicio adecuado a tus necesidades y a tu capacidad física: practicar un ejercicio acorde a tu condición física reduce la producción de cortisol (hormona del estrés) lo que aumenta tu sensación de bienestar y tus defensas, si haces sobreesfuerzos o te excedes podría provocar el efecto contrario: un aumento de esta hormona y por tanto bajada de defensas.
Un buen descanso.
Un buen descanso es fundamental para regular los niveles de algunas hormonas y para regular los ciclos de nuestro organismo, lo que influye también en un refuerzo de nuestro sistema inmune. Procura dentro de tus posibilidades, respetar las horas de sueño y relax, y si practicas unos minutos diarios de meditación ¡Verás los increíbles beneficios!
Actitud mental positiva.
Por último, y sumamente importante: Mantén una actitud mental positiva. Situaciones de miedo, frustración, negatividad, queja, sentimientos de culpa, juicio, etc…Te colocan continuamente en una posición de estrés.
Todas estas emociones negativas disparan los niveles de cortisol y disminuyen los niveles de dopamina y serotonina (hormonas que activan la sensación de bienestar tanto en el cuerpo como en la mente) y hacen que tus defensas bajen mucho sus niveles.
Las circunstancias muchas veces son las que son, aunque si te permites coger las riendas de tu vida, de tu salud y cambias el concepto de preocuparte por el de ocuparte, verás los cambios positivos que puedes crear, y tu sistema inmune te lo agradecerá.
Recuerda: Lo que crees, creas.